martes, 20 de julio de 2010

BALI: KUTA


Kuta Beach y lo poco que ofrecia.

El unico surfero moreno y sin banador de marca.

A por la olas... (olicas).

Los indonesios se dejan la uña del pulgar bien larga, como simbolo de poder.

Las calles de Kuta a primera hora, cuando todavia duermen la resaca.

Nuestro hotel: lo unico que nos gusto de Kuta.

Habia que disfrutarla... la primera que pillabamos en todo el viaje.

Primer regalo de sus 28 años. Mochilera y a la moda.

Con un pleno al quince se resolvio nuestra quiniela de presagios sobre Kuta y sus alrededores.
Llegamos de noche y cansados y con la mision de buscar alojamiento en aquella batalla campal de musica en la calle, locales abiertos las 24 horas, shopping non-stop en una peregrinacion intermitente de tiendas y escaparates, restaurantes y bares de hamburguesas y macarrones y poco... muy poco aroma virgen.
Ni siquiera se dibujo aquello como la Bali lujosa y exotica que siempre habiamos imaginado, rodeados de bellas indonesias haciendo sus labores (camareras-masajistas-recepcionistas-vendedoras...) con la horquidea enredada en su lisa cabellera y un batik colorido y entallado estilizando y dandole figura a la mejor de las sonrisas remuneradas.
Tanto de dia como de noche, el color y el sonido era de una Bali que recordaba a la peor de las Marbellas (la "friki", la de la pandereta y la de fiestas sin palacio, sin corte y sin reina); con gigantes americanos descamisados y de frente sudadada bebiendo cervezas por las aceras; posters publicitarios sobre la mesa de tu bar de desayunos en los que te venden, a modo de souvenirs y con la mayor de la ordinariez, la setas alucinogenas de las tierras de Indonesia y una playa en la que escaseaban las palmeras asiaticas de paraiso tropical, el agua azulada y cristalina que dejamos en Lombok, los chiringuitos de arena y de romantica velada al atardecer y la magia y el encanto que debe desprender una isla con esa fama y con esos precios.
Una vez que Victor se subio a una tabla de surf y practico esa otra manera de saborear las playas de Bali y de ser un rey de mechas y brillantina, nos fuimos a Ubud y a disfrutar de mi regalo de cumpleanos.

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