Este fue el bus con todo y todos los que iban dentro en el que fuimos a Nong Kiaw.
Dentro del "autobus"...
El rio que banaba aquel pueblo.
Nuestra cabana frente al rio.
Disfrutando de aquel escenario.
Gran paseo por aquellas villas y grandes vistas.
Los ninos de aquellos pueblos jugando.
Lavando las verduras en el rio...
Meditando en el interior de las cuevas de Nong Kiaw.
Jugando a ser espeologa en aquellas cuevas.
No me atrevi a darme un bano...
Esta fue la espera, en esta parada de bus, de un bus hacia Sam Neua que no sabiamos si iba a llegar...
Quien estaba mas cansado de los dos?
La parada obligatoria para disfrutar de esa " deliciosa" sopa omnipresente en Laos.
El conductor sudo sangre para arreglar aquel bus...
Despues de nuestra breve parada en Luang Prabang, decidimos coger un bus, a la manana siguiente, que nos llevara a un punto cualquiera del norte de Laos y que, simplemente, sonara bien, dejandonos llevar, esta vez, por nuestros instintos (esos instintos que se adquieren en estos viajes y que han creado esa esa gran frase hecha de "llevar mucho corrido"...) y asi fue; senalamos con el dedo en el mapa del pais un pueblo de esta zona y alli nos fuimos.
Subidos a un bus publico sin puertas, destartalado y tan propio del lugar, junto a catorce laosianos mas y sus enseres( sacos de arroz, bolsas de provisiones alimenticias, ect.), llegamos a Nong Kiaw cuatro horas despues, sin una sola parada previa, ni siquiera para aligerar la vegija que amenazaba con explotar en breve.
Sencillamente, nos deslumbro el lugar: la belleza salvaje del mismo y de su entorno y sentimos que, aquello, era un poco mas el Laosreal e impactante que queriamos conocer.
Nos despertabamos en el balcon de nuestra cabana, casi mojandonos con el rocio del magnifico rio que banaba los pies de nuestro hospedaje y de nuestras mejores sensaciones.
Caminamos por aquella villa rodeados de montanas cuya cumbre no alcanzaban nuestros ojos y visitando una parte de lo que habitaba al otro lado de los restaurantes y chiringuitos de guias de viaje: las verdaderos pueblos y tribus laosianos que se refugian en sus cabanas, que se lavan con el agua que baja de las montanas y desemboca en un trozo de carretera transitable y transitada, que te piden un boligrafo o un caramelo cuando, de cuando en cuando, ven pasar desde su pequeno lugar en este mundo tan grande y desde su estanque, a turistas como nosotros calzados con botas de trekking y calcetines, mientras juegan ellos, con sus sonrisas descalzas y semidesnudos, con esa piel curtida de sol, de hambre y de pocas aspiraciones...solo disponen de una antena parabolica en el tejado de cada una de esas cabanas semiderruidas, que les ofrezca la posibilidad de ver el Mundial de futbol y acercarse, asi, un poco mas a nuestro dialecto y a nuestras alegrias.
Alli conocimos a Julia y a Jean Carlo( dos, de tantos, que se han cruzado en nuestro camino y que han enriquecido un poco mas nuestro viaje y nuestro trajecto con historias ajenas, con curiosas vivencias y con impresiones emigrantes de sus sinsabores y de sus emociones); una curiosa pareja formada por un adinerado italiano de setenta anos y una culta argentina de unos cincuenta, que viajaban por el mundo, desde hacia unos anos, en busqueda de un posible estudio socio-economico-politico sobre la comunidad asiatica y su potencial desarrollo y casi hegemonia en el mundo de la industria y de la economia, en general.
Espero, que ese tal movimiento "Social-Forum" y sus congresos y sus instituciones logren hacer algo bueno por toda esta gente y por sus obvias necesidades tan fotografiadas.
Despidiendonos de este pais con el retrato con el que nos fuimos a dormir esa noche y con la calma interna de haber sentido, con un poco mas de luz el color y el sonido de su gente y de sus periferias nos subimos a otro de esos autobuses publicos que transportan a mas personas que asientos de los que dispone y que sirven, a su vez, de transporte de mercancias en toneladas, en direccion a Sam Neua (ciudad fronteriza de Laos y tipica parada de viajeros que cruzan a Vietnam por esta parte del pais).
Ese trayecto, una vez mas, fue caotico y agotador (12 horas subido en aquel vehiculo, cuyo motor sonaba con el estridente y golpeante sonido de un tractor demasiado viejo y de una palanca de marchas como reciclada a lo largo de los anos) y culmino en surrealista cuando, a eso de las 11 de la noche y despues de once horas de viaje, el vehiculo decidio que ya no podia seguir y se paro a mitad de una subida de montana, en medio de la nada y con la unica luz de las luciernagas. Alli estuvimos tirado mas de una hora, hasta que el habil conductor reparo lo irreparable y el bus nos dio una tregue y nos llevo hasta la parada de autobus de Sam Neua, a eso de la una y media de la madrugada...
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