Llegada a la frontera de Camboya, con mucho calor y mucho agotamiento.
Carreteras de Camboya.
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Primer dia de paseo por los Templos. Y este era el paisaje de los alrededores: entre arrozales.
Primer dia de paseo por los Templos. Y este era el paisaje de los alrededores: entre arrozales.
De regreso al hotel, le tento una partida de futbol que se disputaban los camboyanos...casi marca un gol.
Templo Ta Som.
Entre ruinas...
Representaciones del Dios Brahma.
Entrada al Templo de Bayon.
De cerca y desde dentro, es simplemente impresionante.
Templo de Baphuon.
Vista desde arriba.
Puerta de entrada a Angkor Thom.
Nino camboyano durmiendo la siesta a la sombra de las ruinas.
Cheddi interior en el Templo Preah Khan.
Senora budista cuidadora del Templo.
Otra vision artistica de aquel arte.
Tengo que estirar las piernas para parecer menos pequena, al lado de aquellas dimensiones.
Los arboles acompanan al Templo de Preah Khan en el tiempo.
Ultimo dia: Ankor Wat y el calor de aquella manana.
Ankor Wat y sus restauraciones.
Imaginando aquellas salas siglos atras...
Recreandome en el momento y el lugar...
Por sus exteriores...
Precioso y espectacular.
Sus paredes...Con mucha simbologia y mucha leyenda narradas.
Sobraban los rosales, de otros tiempos...
Ultima cena en Camboya: la proxima seria en Bangkok.
Era un ultimo esfuerzo y, con ese espiritu, aguantamos las doce horas de trayecto desde Ko Thao hasta Bangkok. El autobus nos dejo en Bangkok a las tres y media de la manana y no fue dificil encontrar un bar abierto a esas horas en el que quemar las restantes, hasta las ocho de la manana que salia el autobus hasta Camboya. Fuimos testigos de la actividad nocturna de turistas y thailandeses en las calles mas freneticas del Bangkok que nunca duerme; y como, a eso de las cinco de la manana, los que ya no tienen mas dinero o mas cuerpo que quemar por los bares y las calles, se retiran y dejan paso a los madrugadores que abren sus locales y sus vidas demasiado pronto y sin dejarle, asi, unas horas de descanso a la ciudad.
Asi, sin dormir y con el alma pesada de viaje y de asientos poco reclinables, transcurrieron otras doce horas y otros tantos fraudes (esta vez y jure que seria la ultima, fue a la hora de pagar el visado de entrada a Camboya: aceptamos pagarlo en un restaurante, en el que el autobus paro cinco kilometros antes de llegar a la frontera, por miedo a posibles encuentros corruptos con el cuerpo policial y diplomatico que nos esperaba en la la frontera camboyana) hasta llegar a Siem Reap (la ciudad que aloja la maravilla arquitectonica e historica de Ankor Wat).
Esa noche, no teniamos cuerpo ni mente mas que para visualizar una ducha caliente y una cama y esperar, al dia siguiente, para comenzar nuestra visita a los templos.
Nos levantamos con la energia y las ganas suficientes como para alquilar dos bicicletas y disponernos a hacer el recorrido mas largo (compramos el ticket de entrada para tres dias y, asi, dividir la visita en tres recorridos y en tres jornadas para no saturar demasiado a los sentidos y al encanto sugerido de templos y de ruinas y de historia y de piedra y de leyendas de dioses y bendiciones y milagros...) pedaleando y sin taxistas aguardandonos a la salida y marcandonos el camino a seguir. Fueron seis horas subidos a la bicicleta y cuarenta kilometros recorridos, a ratos sudando y a ratos calandonos vivos, por las lluvias intermitentes desatadas.
Esa noche, maravillados por nuestro primer encuentro con aquella belleza historica y agotados hasta un estado propiamente febril, nos fuimos a la cama a las nueve de la noche, pidiendole, previamente, a las deidades de Angkor que nos enviaran, como bendicion, fuerza para continuar el viaje por siglos atras de historia, a la manana siguiente.
Nos dieron fuerzas los dioses, pero se olvidaron de una pocima magica que paliara el dolor de nuestros respectivos coxis agrietados y contraidos; de modo que, no tuvimos otra opcion que alquilar un tuc-tuc( motocicleta con baca trasera en la que transportar a dos personas o a las que quepan) que nos llevara al segundo recorrido programado por un precio acordado previamente y aprovechado al maximo( las dos horas que acordamos que duraria el recorrido, se alargaron a tres y media que tuvo el buen hombre que aguardar a la sombra de un arbol, en la entrada de aquel conjunto de cuatro maravillosos templos y hasta que se agoto la bateria de nuestra camara).
Y fue esa tarde, cuando volvimos a encontrarnos con Adrian y Maria (la pareja de Madrid que conocimos en Perhentian) y, a ellos, se unian como nuevos companeros de viaje, cuatro amigos de Madrid y Burgos( Ramon, Paloma, Tere y Marisol) que viajaban juntos cada ano, por vacaciones, con su mochila y sus divertida y diferente manera de vivir cada viaje y cada lugar. Y, como nueva muestra de mi eterna teoria, cada vez mas certificada, que prepondera la causalidad a la casualidad y la fuerza de las energias que nos unen y nos separan, resulto que una de las chicas de Madrid que habiamos conocido el dia anterior, era companera de trabajo de Maria!!!...El mundo es muy grande, pero el enlace de nuestros caminos lo convierte en muy pequeno y muy magico.
Al tercer dia de visita a los templos, volvimos a coger un tuc-tuc para ello, ya que lo conseguimos por el mismo precio que nos costaba el alquiler de las dos bicicletas. Ese dia, fue relajado, por eso de ser el ultimo, y dedicamos unas tres horas a ver el templo que nos quedaba por visitar (Ankor Wat y su maravilloso entorno). Y relajamos los musculos, el cansancio y el divertimento con una cena agradable y unas cervezas escasas (yo me quede con ganas de mas:era el ultimo sabado noche de Asia...) los ocho espanoles y sus historietas inacabables de viajes y de sucesos en ellos.
Con respecto a nuestra visita a aquel pueblo y a sus ruinas poco mas que decir que no pueda captarse con estas fotografias: fue un espectacular paseo por siglos atras de historia; comulgando, mientras los cruzabas, con el significado y la esencia religiosa que budistas e hinduistas, en aquel momento y todavia aun, impregnaron en cada piedra y en cada simbolo que conforman la belleza de lo que fue y de lo que aun respira entre sus sombras y sus jardines, bajo sus luces y tras el misterio incomparable que lo envuelve...
A la manana siguiente, compartiamos autobus de regreso a Bangkok con Ramon, Marisol, Tere y Paloma y compartimos, asi, todo lo que supuso y conllevo el ultimo recorrido de doce horas en autobus asiatico de nuestro viaje...Para ellos, era el ultimo porque al dia siguiente cogian el avion de regreso a Espana; para nosotros, era el ultimo igualmente: comenzaba la cuenta atras y solo nos quedaban cuatro dias por vivir en nuestra amada Bangkok y cuatro dias para el REGRESO.
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