sábado, 14 de agosto de 2010

MALASIA: PALAU PERHENTIAN


Uno de los "pececitos" que se vendian en el mercado del puerto donde cogimos el ferry hasta la isla. Uno de estos vio, dias despues, Victor bajo el agua y a su alrededor.

Senoras musulmanas malayas tradicionales, esperando el autobus en la estacion, junto a nosotros.

Senora musulmana malaya mas moderna, esperando tambien el bus...como en la terraza de su casa.

Nuestros companeros de autobus de Bangladesh, observandonos boquiabiertos...

Mis pelos de loca y mis brazos sujetandome fuerte donde podia dan sobrada muestra de la velocidad de aquella barca.

Retrato de la isla a primera hora de la manana.

Una de las zonas de la playa donde hicimos snorkelling...La selva se come el agua y el agua le da mas vida y mas color a la selva.

Puerta de entrada a nuestro hotel (del segundo dia): en medio de la selva y con vistas al mar.

Parece una fotografia de luna de miel...

La cabana de nuestro hotel y su maravilloso entorno.

El ron autoctono de la zona: Solo tiene 25 grados y el sabor es muy parecido al ron cubano.

El color del agua era tal cual la veis.

La noche del encuentro con los madrilenos y los murcianos.

Ese cuerpo y ese hombre!! Mas de una rubia le hizo ojitos de gata salvaje...

Comienza la puesta de sol de Palau Perhentian...

Espectacular y unica.

Eligiendo el pescaito, casi vivo, para que no lo hicieran a la parrilla...(menos Manolo, que prefirio "chicken satay"= pinchos de pollo asiaticos).

Este era nuestro vecino y amigo del hotel y nos venia a ver cada tarde...

De nuevo en la barca, esta vez con menos miedo.

El paseo de despedida fue divertido y el paisaje espectacular.


Para cruzar de una isla a otra, tuvimos que sufrir uno de esos dias eternos (que tantos llevamos ya sudados y que tan pocos nos quedan por sudar...) de trasiego movil en todas sus variedades, hasta coger una barca mucho mas peligrosa que la que nos llevo y nos trajo de Kapas y pisar tierra firme, por la velocidad con la que saltabamos las olas, antes de lo previsto y con luz solar suficiente como para buscar un alojamiento en temporada alta en aquella isla tan solicitada. Encontramos una de esas cabanitas que tanto nos gustan, sencilla en servicios y en estetica, economica y de buen gusto, para quien no necesita mucho mas. Sin embargo, tuvimos que luchar, durante toda la noche, con la familia de mosquitos que alli habitaba y otros insectos y animales menos deseados. Colgamos unas bolsas de provisiones alimenticias (que habiamos adquirido antes de llegar, para autoabastecernos de desyuno alguna manana y por miedo a los precios en los que se tarifarian los mismos en la isla) entre las canas del techo de la cabana, por miedo a las hormigas; omitiendo esta inocente pensamiento imperdonable, ante los encuentros que hemos ido teniendo con toda la fauna tropical y de secano, a media noche comenzaron a despertarnos los sonidos de los ratones al acecho de aquella comida apetecible. Asi pues, tuvimos que sacar nuestras bolsas a la parte de fuera de la cabana y colgarlas en la cana de bambu que hacia de tendedero de ropa. A la manana siguiente, Victor me sugirio delicadamente cambiar de hotel en la playa, ya que los roedores amenazantes de la noche anterior no eran ratones, sino ratas y bien negras y bien grandes. Pero no fue esto lo que me hizo imaginar la ferocidad y el tamano de las ratas visitantes, sino al percatarme, al salir en busqueda de mi comida, que esta no pendia ya de aquellas canas y que ni siquiera habian dejado rastro de las migajas del banquete en el suelo...Y resulto que el roedor que solto aquellas bolsas, media ahora 1,50m, era calvo, bastante desvergonzado y era el dueno del hotel, pillado "in fraganti" en recepcion desayunando mis galletas, mis cereales y mi fruta con la mejor de las sonrisas y la desfachatez. No pude mas que sonreir junto a el y recoger lo que no le habia dado tiempo a ingerir y dejarlos alli: al personaje en cuestion, a su curiosa manera de imaginar que la comida embolsada y con etiqueta de precio cayo del cielo para su disfrute o que me levantaria demasiado tarde como para comprobar su desverguenza, a su cabana con ratas y al rubor que, espero, por lo menos sintiera cuando nos despedimos educadamente.
Esta vez, elegimos una cabana levantada del suelo y sin huecos entre las maderas que la forman por donde dieramos espacio a los animalitos vecinos para visitarnos a media noche, pero no pudimos despedirnos de los mosquitos carnivoros y voraces que nos impidieron pasar mas de media hora al dia en aquella cabana, ni en 500metros a la redonda.
De modo que, nos vimos obligados a pasar muchas horas en el mar y en la arena de aquella isla y asi, conocimos a una pareja de Madrid (Adrian y Maria) que tambien disfrutaba de la relajacion y el retiro que aporta vivir, unos dias, en lugar como este y compartir nuestras pequenas historias, hasta unirnos con uno de esos lazos invisibles y magicos que se crean en situaciones como estas.
Esa noche, despues de cenar, queriamos alargar la velada con una cerveza fria sentados en la arena y, comprando esta, fue como encontramos a nuestros "compadres" de Murcia que se alegraron, tanto como nosotros, de escuchar un "ico" y ese sonido "especial" de nuestra lengua reducida y acortada y de nuestra exquisitez linguistica: Manolo, Marian, Ana y Lorenzo.
Estos murcianos (y Marian de Albacete) viajaban durante 20 dias por Malasia y les sorprendio encontrar a dos murcianos trotamundos, vagando por Asia durante cinco meses y preguntandose lo mismo que mucha otra gente al conocernos: "De donde habeis sacado la "pasta" para esto? A que os dedicais? que banco habeis atracado?...". Y una de mis respuestas, a colacion de lo sucedido la noche anterior, fue: "durmiendo con ratas, sale mas barato y es posible...".
Compartimos, asi, las cervezas y la botella de ron ORANGUTAN entre los ocho y nos refrescamos la nostalgia de la tierra con anecdotas de esas, que solo entendemos los de alli (atracos en la fama por los yonkis de hace unos anos, los aperitivos en la plaza de las flores, la epoca universitaria de La Merced,...) y nos prometimos que la proxima que compartiriamos seria una Estrella Levante bien fresca y acompanada de una marinera y de una tapa de queso y jamon.
Perhentian nos regalo, ademas, un maravilloso snorkelling, bordeando la playa y camuflandonos entre las rocas y los penascos de la orilla y sin necesidad de adentrarnos demasiado: bancos de peces de todos los colores y formas, estrellas de mar, erizos, corales vivos y muertos, tiburones,...Era maravilloso tomar un bano en aquellas aguas rodeados de vida marina y de color y sentir como los peces te mordisqueaban las piernas y te hacian sentirte tan vivo como ellos.
Fuimos espectadores directos del calado de la religion musulmana en Malasia y en sus mujeres: no solo se banaban completamente vestidas, sino que su buceo, su snorkelling y cualquier actividad acuatica la realizaban embutidas en pantalon de jogging, camiseta y panuelo cubriendo su cabeza. Y, las japonesas y thailandesas, se paseaban bajo aquel sol abrasador, sin dejar al descubierto ni un centimetro de piel y cubriendose con capas y capas de protector solar, para evitar cualquier apice de bronceado posible...y retratandose, con sus camaras profesionales y de objetivo kilometrico, en todas las posiciones posibles, hasta completarse el "book" personal que colgaran en marcos dorados en el comedor de casa.
Fueron dias de calma y de enriquecedores encuentros, de despedidas y de largos pensamientos, de contemplaciones y maravillosas fotografias, de disfrute para los sentidos y para los recuerdos, de transparencias en el agua de aquellas playas y en el corazon de quienes encontramos, de paisajes dulces y salvajes y de escenas curiosas y culturales...
Nos fuimos de aquella isla con el convencimiento en el corazon y en la conciencia de la magia que rodea cada encuentro y de las energias que nos acercan y nos enriquecen, de cada una de las miles de almas que nos visitan a diario. Junto a dos de ellas (Adrian y Maria) cogimos la barca que nos dejo, cuatro dias atras, a orillas de aquel paraiso y volvimos a tierra firme, cada dos hacia un lugar diferente, pero para encontrarnos mas tarde, tambien sin saberlo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario